La salida
Por la
insistencia de mi más grande y única fan voy a contar estas 49hs que me llevó
completar la dura PT281+ o mejor dicho, los 281km de pura dehesa portuguesa en
pleno verano, sin escalas y a pie.
La cosa empezó
cuando me inscribí. Las dudas a la hora de la inscripción son bestiales, pero
siempre me dejo llevar por lo que me dicen mis tripas. Si al pensar en algo, en
este caso correr esta carrera, sube un calor desde adentro hasta mi pecho en
forma de alegría, es porque lo tengo que hacer, sin duda.
Después de
semanas de preparación, tragándome todo el calor que podía cosechar del verano
malagueño, llegaron los últimos días. Generalmente son los 5 días anteriores
los que parezco un zombie y mi cabeza solo está en la carrera. Me olvido cosas,
me hablan y no escucho, y estoy de muy buen humor. Pero no me hablen de otra
cosa porque no voy a retener nada. Solo hay una cosa que me importa.
Comprado todo
lo necesario empieza mi metódica manera de prepararlo. Significa que el día
anterior desparramo todo arriba de la cama y lo tengo ahí durante unas 8 horas
confirmando que no me olvido de nada. Siguiente día, intentamos meter las cosas
en el coche pero varios packs de bebidas quedaron en tierra. Haría mucho calor
así que el líquido será muy importante.
La carrera
consiste en recorrer los 281km que separan Belmonte de Proença a Nova, por el
medio del campo, en el menor tiempo posible. Solo con siete
controles/avituallamiento. En medio tendríamos algún pueblo para poder cargar
agua en alguna fuente o comprar en algún kiosko abierto. Digamos que cada seis
u ocho horas vería a mis chicas, todo el resto sería mi mochila y yo. Pero lo
mejor es que no habrá ninguna señal que marque el recorrido. Nos tendríamos que
guiar al 100% con nuestro gps. Una Ultra Maratón con todas las letras, digamos.
A las 14hs del
jueves estábamos comiendo con los 38 ultras, de las cuales 3 eran mujeres.
Tengo entendido que éramos más extranjeros que locales. Creo recordar que había
un norteamericano, varios brasileros, un uruguayo, españoles, portugueses, una
chica holandesa y el argentino que les escribe.
A las 17hs nos
reunimos todos en la cima del pueblo, dentro del castillo, para sacarnos las
fotos pertinentes y recibir la antena gps que nos hará de control y seguridad,
sabiendo en todo momento donde estaríamos. Y para ir a buscarnos si dejamos de
movernos durante mucho tiempo, ja!
A las 18hs
Paulo Alexandre, director de la prueba, da la salida. Aunque diferente, muy
apropiada para una ultra. Salimos desde el centro del anfiteatro del castillo
teniendo que subir varios escalones y pasar por una puerta no muy ancha.
Digamos que salimos sin apuros.
Tranquilo
empezamos a bajar el pueblo. Salí con el grupo de cabeza al trote buscando el camino
con el gps, y a eso de unos 500m nos perdimos….ja! Después de dar algunas
vueltas tuvimos que saltar una pequeña pared para volver al camino marcado. La
cosa pintaba buena!!
Una vez bajamos
el pueblo, comenzamos a avanzar por un camino polvoriento sin ningún desnivel
preocupante donde ya perdí de vista a los primeros mientras intentaba
familiarizarme con mi gps. Si, asi es, nunca usé ninguno. Y ahí estaba,
decidido a guiarme durante dos días con ese aparatito raro que solo me mostraba
una línea y una flecha.
En algún sitio
entre los 15 primeros me quedé durante las primeras horas. Faltaba un montón
como para preocuparme de algo tan banal. Yo iba con un reto personal importante
que cumplir donde ninguno de los 37 corredores entraba. Mi cabeza estaba en
otro lado.
Mañana la
seguiré porque ahora me voy a dormir…
Mi PT281+ SEGUNDA PARTE
CAMINO A SABUGAL - 35km +914m
Cuando leí por
primera vez sobre esta carrera, faltaban unos tres meses para largar. Vi que en
2015 la había ganado el gran Joao Oliveira con un tiempo de 41 horas. Y
sabiendo que este año había ganado la Milan-San Remo que es una carrera de
280km también, en poco más de 26 horas, empezaron a aparecer muchas preguntas.
¿15 horas de diferencia? La Milan-San Remo se hace 100% en ruta pero ¿para
tanto? ¿Se habrá tirado a dormir? ¿Es tan dura? Viendo a un tipo que podía
correr el Sparta en menos de 24hs y hacer la PT281 en más de 40, se me empezó a
fruncir un poquito el culo.
Intentando no
pensar mucho, cerré la página y me olvidé. Al mes siguiente un amigo me dijo
que había visto una carrera para mi; la PT281. Le dije que la había visto
también pero faltaba muy poco y que tenía otros objetivos en mente.
Durante toda
esa semana me estuvo dando vueltas por la cabeza. Una de las inscripciones importante
que había echado no salía, y ya en el 2015 me había quedado sin ir al Sparta,
así que volví a abrir la página de la prueba y una alegría importante se me
metió en el cuerpo. Cagamos! No hay vuelta atrás. Faltaban dos meses. Hablé con
mi entrenador y a regañadientes me dijo que con el plan que veníamos llevando
llegábamos bien, y que ya era viejo para dejar pasar cosas. Que la vida es una
sola. Ja!! Fenómeno. Al decírselo a mis dos chicas les encantó la idea y que
también serían mi equipo de apoyo.
¿Dónde
estábamos? Ah, si…
Pasada la
primera hora de carrera empezamos a subir un poco y es donde empecé a adelantar
a algún corredor. En este tipo de pruebas, estas cosas no tienen importancia.
Sabes que vas a parar muchísimas veces y que nos iremos adelantando otras
tantas. Cuando corres contra otros el camino es largo y difícil. Cuando corres
para vos no hay cuestas, ni dolor, ni tiempo.
Es la primera
carrera que corro sin reloj y no tenía idea de cuantos kilómetros llevaba, osea
que ni pu… idea a qué ritmo iba. Pero lo que si sabía era que iba a mi propio
ritmo y que me sentía genial.
Creo que
pasadas las dos horas llegué a un castillo. El Castillo de Sortelha. Muy bonito
el lugar. Con sus calles medievales todo de piedra. Para mi sorpresa estaban
las chicas aunque no podían darme nada, solo un beso. Combustible necesario
para afrontar largas distancias. Pasé muy rápido sin poder quedarme a apreciar
toda la historia que tendría.
Antes de salir
veo una canilla e inmediatamente paré a cargar agua. En poco más de dos horas
me había bebido más de 2 litros, y habíamos corrido al atardecer. ¿Cómo será
pasar el día entero al sol? Aproveché para sacar el frontal y prepararme para
la noche.
Había sacado
que esa primera etapa la podría hacer en 5h30´, pero todos los tiempos entre
avituallamientos los calculé a ojo, tirando de experiencia y sentido común, así
que imaginate.
Saliendo del
castillo empezamos una bajada no muy fuerte hasta que el camino se volvió
llano, lindo para rodar tranquilo en un atardecer precioso. Por un lado el sol
caía naranja entre esas colinas con algunas aspas de molinos. Y por el otro,
una luna llena roja que parecía estaba persiguiendo al sol. Nos anticipaba una
noche muy clara.
Cuando cae la
noche todo es diferente. El paisaje se vuelve oscuro y tu mundo se resume al
haz de luz que da el frontal e intentas acomodar la vista a la falta de
profundidad de las imperfecciones del suelo. Sinceramente no me gusta. Soy un
tipo de la mañana y parece ser que mi energía viene ligada directamente con el
sol.
No recuerdo
cuanto tiempo estuve corriendo de noche hasta que veo luces de un pueblo pero
no había llegado ni a las 5 horas de carrera. De a poco empiezo a entrar por un
parque a un castillo. Ni siquiera me había aprendido los nombres de los lugares
de avituallamientos y no sabía si estaba llegando o no.
Eran casi las
once de la noche y había gente paseando y bebiendo por ahí. Me miraban sin
decir una palabra y eso asustaba. Empecé a entrar al castillo y el gps me
mandaba por pasillos, escaleras, pasé por una puerta y vuelvo a salir del
castillo pasando por una plaza donde había un bar y gente de pie. Sin mirar a
nadie (por las dudas!) pasé de largo, pero siento mi nombre en un grito. Era
Patri porque me estaba pasando el primer avituallamiento. Había llegado al
Castillo de Sabugal. Había finalizado mi primera etapa.
Mi PT281+ TERCERA PARTE
SABUGAL A PENAMACOR - 45,41km +952m
Exactamente
siete minutos después de haber llegado al avituallamiento del Castillo de
Sabugal, me despedí de mis chicas con la mochila cargada con 3 litros de
líquido y todo lo necesario para pasar seis horas solo por el campo de noche.
No recuerdo muy
bien toda la etapa pero lo que si me acuerdo es de la cantidad de polvo que
pisé. Era como talco y me cubría la mitad de la zapatilla a veces. Sabía que
pasaría factura en algún momento.
Iba a ser una
etapa llana, linda para correr cómodo y así me dispuse pero claro, no tuve en
cuenta que iba a pasarla de madrugada.
Desde la salida
mi ánimo no era bueno. Estaba con una especie de bajón mental sin sentido
porque llegaba con muchas ganas y con muy buena preparación a la carrera. Mirándolo
desde la perspectiva del sofá, lo que tenía era miedo. Miedo a lo desconocido,
tal vez a la soledad. Habría muchas cosas que no controlaba y eso me
“acojonaba”. El tema del agua era primordial. Solamente nos podían dar agua en
cada avituallamiento y entre tanto teníamos que buscarnos la vida. Esto no
hubiera sido un gran problema si conociera el camino o si fuera invierno, pero
hacer 40km a unos 36 grados de temperatura sin saber cuándo podré cargar
agua…no me vas a decir que no te cagas en las patas un poquito?!!
Otro punto era
el GPS. Le había cargado el track y configurado yo, sin tener idea. Si en algún
momento fallaba me tenía que quedar esperando a otro corredor y mi carrera se
habría acabado.
Mientras mi
subconsciente me rompía las bolas, yo seguía avanzando no muy cómodo porque mis
patas no estaban bien. Me sentía cargado, pesado y parecía que nada iba
equilibrado. Estaba pasando un momento de mierda, y aunque creía que la cosa
estaba mejorando, llegó el amigo sueño…y zas!…como un palazo en la cabeza.
Difícil explicar pero es la misma sensación de cuando te agarra sueño
conduciendo, pero la diferencia es que iba corriendo. Me costaba mantener una
línea recta por esos caminos largos e infinitos.
Y cuando ya la
cosa estaba fea y mi soledad parecía infinita veo a tres personas debajo de un
árbol. –“Genial…gente!!” pienso. -”Me van a ayudar a despertarme”. Mientras me
acercaba me daba cuenta que no se movían. Siempre mirando al mismo sitio sin
girar la cabeza para ver al corredor extraño que pasaba a las 3 de la mañana
por el medio del campo. –“¿Qué les pasa a estos?”. Mientras más me acercaba más
claro los veía y más quietos estaban. Pero mi sorpresa fue que cuando llegué al
lado de ellos. Inmediatamente se convirtieron en el tronco del árbol, como si
se hubieran fusionado. Desaparecieron. Me asusté, claro!
Estuve
discutiendo con el sueño algo así como una hora, pero en algún momento del
camino se cansó y se fue. Aunque las “personas tronco” seguían acompañándome.
Cada tanto alguna se dejaba ver.
Seguía siendo
de noche pero la luna alumbraba muchísimo. Corrí muchos kilómetros con el
frontal apagado y realmente disfrutando de esa tranquilidad y silencio. Fue uno
de los momentos mágicos de la carrera.
Es tan
increíble como ilumina la luz de la luna que podes diferenciar bien el paisaje
y el sendero sin problemas, aunque cada tanto volvía a prender el frontal a
regañadientes porque el camino se ponía difícil. Así estuve jugando un buen
rato hasta que nos metimos en una zona con muchos árboles.
Pasé por arriba
de algunas represas y el camino que seguimos iba rodeando el pantano. Iba
bajando hacia una de estas presas y del lado del frente, cruzando ya el
pantano, veo unas luces de frontales muy adelante mío. Cada tanto se perdían
por los árboles pero era una alegría poder seguir a compañeros aunque mas no
sea con la mirada. Intenté calcular cuan adelante mío estaban y creo que saque
unos 18 minutos.
En esta parte
del camino me apareció un jabalí, un montón de arañas que les brillaban los
ojos a lo lejos e iban caminando por el sendero, y parecía que se sorprendían
cuando las alumbraba con la luz de mi frontal. También tuve que saltar para no
pisar a un escorpión y una culebra no tan chiquita que cruzaban el camino como
de una acera a otra.
Después de un
rato largo de correr solo, ya empezaba a estar un poquito harto. Pasaban las
cinco horas desde que salí de Sabugal y no se veía la luz de ningún pueblo, ni
cerca ni lejos. Parecía que estaba solo en el país.
Empecé a correr
al lado de una ruta y pensaba para mí que ya estaría llegando al
avituallamiento. Un poco más adelante aparece otro participante caminando, y
fue una especie de confirmación. –“Genial” pienso, -“ voy a llegar en menos de
lo calculado”. Lo paso, hacemos un cambio de palabras y veo que está todo bien
así que sigo a mi trotecito ultra, pero de repente el GPS nos mete para adentro
y de la nada aparece un cortafuego. What??? Con más resignación que ganas
empezamos a subirlo. Creo que fueron unos dos kilómetros aunque no fue tan duro
subirlo como bajarlo. Una vez abajo pude ver luces. ¿Sería Penamacor?
El pueblo
estaba en lo alto de una colina así que entré caminando y esperando que las
chicas estén cerca. Después de 6 horas 10 minutos sin parar estaba hasta las
bolas.
A lo largo de
una calle veo a Cati con la cámara y fue como ver un oasis en medio del
desierto. Necesitaba descansar.
Penamacor 4:40
AM y segunda etapa cumplida, pero no me estaba dejando buenas perspectivas.
Necesitaba recuperar fuerzas y sobre todo necesitaba ánimo. Faltaban 200
kilómetros y mi cabeza me estaba jugando una mala pasada.
Mi PT281+ CUARTA PARTE
PENAMACOR A PENHA GARCIA - 38,67km +944
Sentado en el
avituallamiento de Penamacor, me tomé mi tiempo para comer y recuperarme bien.
Con las chicas recargo pilas y vuelvo a sentir porque estoy haciendo esto.
Eso me lo
preguntan mucho ¿por qué lo haces? O alguno va más allá y me pregunta ¿para qué
lo haces? Alguna vez me llegaron a decir: -“Si no te pagan”.
Hasta ayer
mismo no tenía una palabra para resumir el por qué corro largas distancias.
Hablando con Francisco Franquelo, un amigo que me dio el deporte, me lo dijo. Hacemos
esto por el solo hecho de que no hace felices. Nada más. Simple, y a la vez tan
complejo.
Aceptar lo que
somos nos da felicidad y nos hace vivir en equilibrio. Hubiera sido más lindo
haber jugado al padel o correr Maratones, con todo el respeto que se merecen
estas dos difíciles actividades, pero se ve que soy un tipo que está diseñado
para moverme durante mucho tiempo. Siento que mi cuerpo funciona mejor cuando
mi actividad es mucha. Así que entrenar durante muchas horas todos los días me
da bienestar y mucha claridad.
Después de
estar mucho tiempo en el camino y llegar donde las chicas, me relajo unos
minutos, y si la alegría está ahí entonces vamos bien.
A la hora de
salir del avituallamiento mis patas estaban muy jodidas y después del subidón
de las chicas mi ánimo volvió a caer. Empecé a buscar algún pensamiento que
rompa esa mala onda que llevaba. Es muy difícil encontrar un poquito de blanco
en el negro.
Tuvo que
amanecer para que las buenas sensaciones aparecieran y la cabeza funcionase,
pero justo en ese momento de alegría, el camino empezó a subir y bajar en modo
rompepiernas. Decidí que esa etapa la iba a tomar tranquilo tipo recuperación,
como una especie de vacaciones para preparar la segunda mitad.
Algo más de una
hora seguí por ese camino, hasta que empecé a subir una cuesta hacia un
castillo. El castillo de Monsanto. El camino era duro pero mis piernas
respondían de maravilla y mi cabeza estaba como no había estado ese fin de
semana. Hablando del castillo…tenía que pegar la nuca contra el cuello para
poder apreciarlo. Estaba re alto. No solo es el castillo, es toda el pueblo
medieval que rodea al castillo. Pasar por en medio es muy loco.
Pude cargar
agua en una fuente justa antes de bajar por el otro lado, que por cierto, las
bajadas eran terribles. Creo que todas las bajadas que tuvimos hasta ese
momento tenían tanta pendiente que dolían más que las subidas.
Empezaba a
apretar el calor y yo vestido para el frío de la madrugada. Con manga larga,
sin gorra ni gafas me estaba asando, pero no me importaba. Iba genial. Esta
última parte hacia el puesto de vida de Penha Garcia tenía bastante desnivel,
pero seguía en modo recuperación aunque nunca bajé el ritmo. Es increíble como
solo un pensamiento hace que tu cuerpo reaccione distinto. Al salir de
Penamacor decidí tomármelo con calma y fue como un alivio generalizado quitarme
esa presión de ir constantemente hacia adelante. Pero lo gracioso es que el
ritmo era muy bueno. Estaba llegando a Penha Garcia en el tiempo que había
estimado.
Esta última parte
subía bastante, por un sendero tipo falso llano muy bonito rodeado de pinos
hasta que agarré un camino de asfalto con paredes de piedras a su vera que andá
a saber cuántos años tendría. Un privilegio correr por ahí.
El GPS me
volvió a meter por un camino entre pinares e inmediatamente veo que empezamos a
subir a un pequeño pueblo que lo podría describir como muy portugués. Casas
pequeñas muy juntas, con sus paredes de piedras. Iba caminando mientras subía
al pueblo y en una de las curvas que me marcaba el GPS, ya dentro del pueblo,
no había calle y no encontraba donde doblar hasta que veo una escalera entre
las casas. Empiezo a bajar pero me doy cuenta que por ahí no era e
inmediatamente siento un grito detrás de mí. Me estaban avisando que era por otra
escalera que estaba a diez metros más adelante. Bajé y veo a las chicas y el
avituallamiento. Sii. Un poquito más de seis horas para estos casi 40
kilómetros.
Cuando llego me
encuentro a dos corredores sentados, eran el cuarto y el quinto. Comí todo lo
que tenía que comer, me cambié de ropa y me preparé para el calor que
anticipaba sería mucho. Me avisan que en los próximos 39 kilómetros tendría
solo un lugar para cargar agua. Uff!
Quince minutos
después de haber llegado, salí cuesta abajo hacia las próximas seis horas, que
había calculado sentado en el sofá de mi casa una semana antes, hasta Idanha a
Nova que sería mi próximo punto de vida.
Mi PT281+ QUINTA PARTE
Primera pájara monumental
PENHA GARCIA A IDANHA A NOVA – 34,78km +768m
A las 11:30AM
salí de Penha Garcia, con 17 horas y 30 minutos de carrera. Ya había pasado una
noche entera sin dormir y varios bajones físicos y anímicos. y todavía no había
llegado a la mitad de la competencia :)
Me avisaron por
dos veces que esta parte sería muy caliente y con poco agua, pero te lo pueden
repetir mil veces que hasta no te metes no te das cuenta. ¡Qué calor…! Era
pasado el mediodía y el lugar parecía un desierto del viejo oeste. No había
nada de sombra.
Salí del puesto
de vida trotando tranquilo por una carretera muy cómoda hasta que el camino me
llevó a meterme en esa especie de desierto. Todo muy llano y muy seco. Calculo
que alrededor de unas dos horas estuve tranquilo hasta que llegó el hombre del
mazo.
Ya casi me
había bebido los tres litros de agua que llevaba y no veía ningún pueblo cerca.
Me estaba preocupando hasta que, sin aviso ninguno, alguien o algo me bajó un
interruptor ¿Cuál? No sé, pero me quedé sin patas y no pude correr más. Apenas
podía caminar. Pero lo curioso que fue de un momento a otro. No podía mantener
la cabeza en alto para mirar al frente ni siquiera ir en línea recta. Se me
cerraban los ojos y no podía ver el camino. Era un cuadro más de las historias
de Dean Karnazez que de mi carrera.
Seguía
avanzando tipo Frankestein en blanco y negro, pero no lo hacía por la carrera
ni mucho menos, era por supervivencia. En mi ataque de caspa mental, me daba
cuenta que no podía tirarme a dormir porque con los más de 36 grados que hacía
sin sombra, iba a cocinarme vivo. Sabía que los primeros estaban como a
cuarenta minutos adelante mío. Los chicos que estaban atrás se habían quedado
muy tranquilos en el avituallamiento. No solo estaba solo, estaba solísimo. La
organización nos dio una antena GPS para estar localizado constantemente, que
tenía un botón de SOS. Del botón me había olvidado, solo pensaba que si me
tiraba a dormir o me desmayaba tardarían en darse cuenta que no me movía. A eso
le sumaba lo que tardarían en llegar hasta mi…hice cálculos y el resultado era
mejor seguir avanzando.
Mientras
intentaba revivir, buscaba con la mirada a lo lejos algún detalle que me marque
que estaba llegando a un pueblo, y no veía nada. Era desesperante. Había
kilómetros de campo y nada más. Pero como quien ve agua en medio del desierto
yo volví a ver las “personas tronco”, pero esta vez habían traído a sus primos.
Eran muchísimas. En cada árbol o arbusto veía a dos o tres. Sinceramente,
empecé a preocuparme enserio. Pensaba que me estaba pasando algo jodido. Hace
algunos años, leí que varias noches sin dormir puede causar daños neurológico.
Pero yo llevaba solo una, así que no sería eso :P
Estuve en ese
limbo como una hora buscando la manera de revivir. Creo que lo que me recuperó
fue comer un tarro de arroz con leche que llevaba, el que después de cuatro
horas al sol estaba algo calentito. ¿Abrá sido la leche cortada? Ja!
Por fin, las
fuerzas volvieron y pude trotar a un ritmo decente. En poquito tiempo estaba
saliendo de ese infierno de pseudo desierto que me rompió la cabeza. Ahora iba
por un camino muy recto y plano hacia un punto infinito. Seguía sin ver nada.
Creo que estuve
corriendo en línea recta casi una hora hasta que apareció EL pueblo. Apenas
entré, empecé a escanear en modo Superman buscando una fuente. Cuando llegué a
la plaza veo una y me tiré de cabeza. Había varias familias paseando y creo que
todos me miraban. Pero creo que me miraban porque intentaba llenar una botella
de pastico en un chorrito ridículo. Estuve un par de minutos para llenar medio
litro de agua caliente. -“No puede ser”. Vi un bar justo enfrente y fui a
comprar agua fría. Sii!!! Pasé por las mesas de afuera y saludé en mi mejor
portugués pero nadie me contestó. Me dio lo mismo, yo solo quería agua. Entro
al bareto setentoso y me atiende un, llamado hasta ese momento “señor mayor”,
que le faltaba un ojo. Vuelvo a saludar sin recibir saludo devuelto, y le pido
agua grande y una Coca Cola. El hombre mayor me miró se fue sin decir palabra.
Tardó un par de minutos en volver sin nada en las manos y donde perdió todo mi
respeto. Se quedó parado, apoyado en una mesa mirándome sin decir nada. Pasó de
ser un viejito adorable a un viejo de m…da. Yo estaba cansado, con mucha sed y
calor. Y le vuelvo a hacer el pedido en mi mejor español alzando un poco la
vos, usando el dedo índice para golpear el cristal de la heladera que me
separaba de mi ansiada agua fría. Lo entendió y sin cruzar más palabras, me la
da. Le pido un Coca Cola y para mi sorpresa, se enojó. Me dice: -“¿Qué, no te
vas a llevar el agua?”. Fue surrealista. Para remarcar toda la escena, me cobró
lo mismo que si la hubiera comprado en la calle Larios de Málaga.
Llené la
mochila mientras me tomaba la Coca Cola que sabia a gloria, y salí del pueblo
esperando llegar a Idanha a Nova enseguida. No sé cuanto tiempo tardé en
empezar a correr por una ruta que picaba un poquito para abajo. Iba muy cómodo
en esa ruta tan recta.
Seguí trotando
a mi ritmo ultra durante muucho tiempo sin ver a nadie. Cada tanto me daba
vuelta para ver si alguien me estaba alcanzando o fijaba la mirada en el
horizonte delante de mí para intentar ver a alguien, y nada. La ruta seguía y
seguía. Aparece una especie de solar que el track nos hacia pasar justo por el
medio. Mi deducción fue que sería un predio ferial porque algo estaban armando.
Pasado eso el camino empezó a meterse en algo de civilización. Empezaron a
aparecer coches y un pueblo a mi derecha.
Habían pasado
casi seis horas desde que dejé a las chicas en Penha Garcia, y por fin estaba
llegando a un nuevo descanso.
Subo al pueblo
caminando, que por cierto estaba re alto, con ganas de contarle todo lo que me
había pasado pero sabía que no habría tiempo. De todas maneras me quería tomar
con tranquilidad ese avituallamiento para intentar recuperarme lo mejor
posible.
Llegando a la
plaza veo a Patricia Scalise y a Catalina Kierdelewicz grabándome a lo lejos. Que lindas que son! Entré al cuartel de bomberos
donde era el puesto de vida, y estaban los tres chicos que venían primero. Con
lo jodido que había sido la etapa, alcanzarlos era lo que menos me esperaba.
Me tomé todo
con calma pero siguiendo nuestro plan de carrera. Me tuve que reventar un par
de ampollas en ambos dedos anulares aunque nada preocupante.
En cuanto
estuve listo salí tranquilo y repuesto para encarar el segundo atardecer y la
segunda noche…solo, otra vez!
Lo mejor estaba
por llegar.
Mi PT281+ SEXTA PARTE Cuando tu cabeza te puede
IDANHA A NOVA A LENTISCAIS 42,73km +492m
La preparación
mental, en mi caso, es tan importante como la preparación física cuando
enfrento retos de esta magnitud. Necesito ir con un planning bien estructurado
de carrera, nutrición y coco. Creo que es imposible para cualquier mente
soportar la idea de correr 281 kilómetros del tirón.
En este caso
dividí la carrera en tres grandes etapas:
A. Pasar la
primera noche
B. Pasar el
primer día
C. Pasar la
segunda noche
Más siete
etapas pequeñas que serían cada avituallamiento. Generalmente llegaba a las
17:30hs, el siguiente a las 23:30hs en el cual me preparaba para la noche y el
siguiente a las 5:30 de la mañana.
Con esto y una
mochila tomé la salida hacía ya 23 horas con 30 minutos o lo que es mejor,
152km +3578m de desnivel de solitarios caminos polvorientos.
A las 17:42hs
salí rumbo a Lentiscais. Sería una Maratón con poco desnivel y eso me ponía
contento. Me gusta correr más que caminar y esta etapa prometía.
Bajé del pueblo
al trote y así seguí durante muchas horas. Primero por una ruta plana y después
por un camino rural rodeado de sembrados. Mis sensaciones eran geniales pero
los pies empezaron a molestarme. Tuve que parar a ponerme un par de Compeed
sobre los que ya me había puesto porque las ampollas se habían agrandado y no
me dejaban correr. Hacía más de una hora que había dejado atrás el puesto de
vida y esperé ver a los tres corredores que salieron detrás de mí, pero no fue
así.
Al atardecer
llegué a un camino que, dentro de mi estado, parecía que iba bordeando un lago
pero no veía agua. A mi derecha había una pequeña sierra y a mi izquierda, y
del otro lado del supuesto lago, otra sierra igual de alta. También al frente y
muy lejos otra sierra. Parecía que corría dentro de una olla. El camino era de
conchilla blanca y muy plano. Daba gusto correr por ahí. Cayó la noche y seguía
al trote por el mismo camino y las mismas sierras al lado. Una hora más de
trote continuo seguía por el mismo camino alumbrado por mi frontal. El GPS me
llevó a cruzar al otro lado dejando el lago seco a mi derecha para seguir por
un camino de tierra. Las sierras seguían a mi derecha, a mi izquierda y al
frente. Parecía que no había avanzado nada.
Cinco horas
después de Idanha a Nova no distinguía ningún pueblo a la distancia. Seguía
trotando sin parar y por el ritmo que llevaba creía que llegaría dentro de las
seis horas que había calculado para esos 42 kilómetros.
Detrás de la
sierra que veía delante distinguía las luces de un pueblo pero estaba muyyy
lejos. Tardaría dos o tres horas para llegar y llevaba casi seis horas de
etapa. Mi desesperación iba en aumento.
La soledad, el
cansancio, las ansias de cumplir con el objetivo y las personas tronco me
llevaban a querer finalizar de una vez por todas ese camino largo y monótono.
Empecé a marearme, calculo que por la luz y la fatiga, y seguía sin ver ningún
pueblo.
Llegué a una
ruta iluminada que subió mi ánimo pero el track me hizo cruzarla y salir por el
otro lado para seguir por el mismo camino aunque ya habían pasado las seis
horas de etapa. Me estaba volviendo loco.
En un momento,
mi GPS hace que suba la sierra de mi izquierda para bajar por el otro lado.
–“Fenómeno”, dije. -“Estoy llegando”.
Mi problema era
que no sabía cuántos kilómetros llevaba. No sabía si el GPS me lo podría decir,
y no quería tocar nada para no cagarla, ni tampoco llevaba mi reloj activado.
Iba solo con la hora.
Cuando llegué a
la cima observo que en el horizonte solo había más sierras y ninguna luz a lo
lejos. En ese preciso momento se me cruzaron los cables. Iba casi siete horas
desde que salí del avituallamiento y no veía nada cerca. Pensaba que estaba
perdido aunque el GPS me marcaba que iba por el camino correcto. Activé el
teléfono y llamé a Patri. Su voz amable me tranquilizó aunque no del todo. Me
confirmó que iba muy bien pero que me quedaban como seis kilómetros todavía. Mi
rabia aumentó.
No lo podía
creer. Llevaba un trote continuo constante desde que las dejé ¿e iba a meter
más de siete horas para 42 kilómetros?
Masticando
bronca seguí trotando por un sendero que empezaba a subir mientras seguía
viendo todo oscuro. No llegaba más!
Por fin, veo el
pueblo a lo alto y empiezo a escuchar la música de la fiesta. Nos habían
anticipado que llegaríamos con la feria. Entrando ´nomás veo a Patri
esperándome en la puerta. Por fin! Era la 1:05 de la mañana.
Cuando entré me
recibieron con aplausos, pero era tal mi cabreo que casi ni le di importancia.
Estaba mareado, cansado y enojado como para disfrutarlo. Y acá hago un
paréntesis.
Disfrutar
momentos así es por lo que vale la pena esforzarse. El cariño y el apoyo de la
gente que estaba ahí, perdiéndose la fiesta, de madrugada, sin dormir por unos
cuantos majaras que les gusta correr…y yo enojado porque me parecía que había
corrido unos kilómetros de más. Estas son de las cosas que me enseñan para no
ser tan tarado la próxima vez. Muchas veces el árbol no te deja ver el bosque.
Necesitaba
descansar y tranquilizarme. La cabeza me mató. Si hubiera sido capaz de aceptar
la situación y tener la paciencia para seguir adelante sin esperar nada, habría
cambiado mi historia siguiente.
Mi PT 281+ SEPTIMA PARTE Hundido en la mierda
LENTISCAIS A V.V. RÓDAO 30,63km +433m
Literalmente,
estaba hundido en la mierda. Había llegado a Lentiscais con 31 horas de carrera
y la cabeza partida en dos. No podía salir así. Necesitaba descansar y
necesitaba tranquilizarme.
Apenas entré
sentí una energía genial. Tanto de mis chicas como de la gente que estaba ahí.
Me preguntaban que quería, me traían cosas para comer y se acercó una chica
para preguntarme si quería un masaje. Pensaba que era de la organización, y le
dije que en un rato. También otra chica nos preguntó si me podía sacarnos
fotos, otro hombre igual. Yo en mi flipada no entendía mucho. Era todo genial y
muy buena onda.
En cinco
minutos me cambié de ropa, comí algo y me tiré a dormir 15 minutos. Cuando me
desperté tenía las piernas como dos troncos que apenas me dejaban caminar. No
le hice mucho caso porque necesitaba comer. Sentado con un bol de sopa de
fideos, esta chica macanuda, empieza a hacerme masajes. Hablando con ella me
cuenta que uno de los chicos que viene en el grupo inmediatamente atrás mío era
su hermano. La otra chica que me pidió fotos era Iciar Piñeiro Naveiro, la novia de Cons Moledo, quien fuera segundo de la carrera. En ese momento no
lo entendí. Tuvieron que pasar varios días para darme cuenta de lo grande de
esto. No importa la competencia, importa la persona. Todos estábamos haciendo
nuestro mayor esfuerzo y todos conspiraban para que lo logremos.
Somos una
manada de soñadores que buscamos constantemente recoger momentos, y nos
lanzamos a la aventura confiados que nuestros corazones volverán a casa
hinchados de alegrías.
El
avituallamiento de Lentiscais fue uno de los sitios donde realmente aprendí.
Era la 1:50 de
la madrugada cuando dejé el avituallamiento trotando calle abajo, pasando por
el medio de la fiesta y la banda de rock que sonaba sobre el escenario,
acompañado de mi querida Patricia Scalise hasta que solo me sumergí en la oscuridad de la noche.
Mientras
trotaba por un sitio que no tengo idea donde era, trataba de escanear mi cuerpo
e intentar saber que hacer. Estaba bastante cansado pero con energías renovadas
porque sabía que solo me quedaba terminar esta tercera gran etapa y después
solo un par de etapas pequeñas más.
Sabiendo que el
segundo estaba a algo así como diez kilómetros decidí tomármelo con calma y
caminar más de lo que había planeado. Quería guardar patas, aunque esa no era
la realidad.
La realidad fue
que me confié, pero en otras palabras, me cagué. Quería que el dolor disminuya
y quería que fuera más fácil.
Me cagué en las
patas con todas las letras. Dejé que el segundo me acortara distancia por no
poner lo que hay que poner.
Era una etapa
corta y muy linda para rodar y hacerla en menos de las seis horas que había
calculado pero mi actitud me llevó a regalar tiempo al principio sin pensar que
podría pasar algo. Y así fue.
Toda la noche
estuve acompañado por las Personas Tronco aunque ya no me asustaban y hacía
muchas horas que dejé de prestarles atención, pero ahí estaban.
No sé que hora
sería cuando empecé a sentir sueño pero me dejaba correr e intentaba mantener
los pensamientos positivos que me distrajeran para evitar caer en la
inconsciencia. Cuando subí a correr por una ruta fue cuando se acabó la
batería. Comenzó uno de los peores momentos que pasé corriendo. Ya no podía
controlar mi cuerpo.
La ruta tenia
guarda rails con los que choqué mi muslo más de una vez. Cantaba en voz alta
para intentar despertarme, paraba a mear, me pegaba cachetazos y nada. En algún
momento volví a correr por un camino de tierra con muchas piedras y rodeado de
encinas, y empecé a creer que estaba corriendo por un camino de Badajoz donde
entrenaba y seguía viendo personas en los troncos de los arboles. Era
increíble. Pero lo peor llegó cuando empezó a amanecer porque ya no podía
controlar el sueño. Me seguía pegando, me gritaba, me hablaba solo y se me
seguían cerrando los ojos. Varias veces me desperté chocándome los matorrales
del al lado del camino, y una vez justo enfrente del tronco de un árbol, que no
le di con la cabeza porque alguna Persona Tronco me habrá despertado justo a
tiempo. Una vez paré a mear y me dormí ahí mismo, de pie. Me desperté justo
cuando el chorro se cortó. Otra vez, cuando empecé a correr por un camino rural
de asfalto me puse en cuclillas, en la posición del cazador/recolector, para
estirar un poco, y me desperté cuando le pasaba el dedo al suelo rugoso porque
estaba soñando que usaba un iPad.
Ya había
amanecido y yo seguía en mi inconsciencia viendo en cada árbol a las Personas
Tronco como aparecían y se fusionaban con la madera hasta que llegue a la
puerta de un campo, o algo así, donde pasé al lado de un grupo de gente y dije
en voz alta casi al grito: -“es gente de mentira”. Pero creo que eran de verdad
porque, unos pasos más adelante, las escuché hablar.
Era muy
frustrante. No podía casi avanzar. Pensé en tirarme a dormir pero sabía que si
lo hacía me despertaría al día siguiente. Creo que fueron diez kilómetros donde
tarde más de dos horas.
Y de repente,
así como llegó el sueño, también se fue, y las energías volvieron.
Había salido el
sol y el sitio era muy plano aunque con muchas piedras, pero de todas maneras
empecé a trotar. Los pies me dolían mucho, y sabía que tenía muchas ampollas
pero quería recuperar un poco lo que había perdido.
En no mucho
tiempo empecé a bajar y ya veía el pueblo, y eso me dio más pilas para seguir
corriendo aunque cada vez que apoyaba el pie sobre una piedra sentía que algo
iba empeorando. Aún así quería más.
Después de
cruzar un puente, entré en un barrio muy bonito y en unos veinte minutos estaba
en Vila Vela de Ródao.
Es curioso como
en cada etapa llegaba destrozado y con quince o veinte minutos de descanso
salía renovado. Parecía como si empezara una carrera cada vez.
Como siempre,
me esperaban las chicas afuera para guiarme hasta la silla.
A partir de acá
quedaría solo un avituallamiento y pensaba que lo peor había pasado…pero me
equivoqué.
Mi PT281+ OCTAVA PARTE Se acabó la joda
V.V.DE RÓDAO A MONTES SENHORA 31,08km +1351m
Eran las 8:20
de la mañana cuando dejé el avituallamiento de Ródao, y las horas ya se iban
notando. Hacia todo lento, hablaba bajito y me costaba comprender a veces las
cosas. El cerebro no tenía más ganas de procesar.
Esta etapa
sería la que más altitud tendría, por ende, iba a caminar mucho. Creía que
sería tranqui y que podría bajar revoluciones pero me equivoque.
Apenas empecé
esta etapa el GPS me llevó por una ruta con bastante pendiente. Después me
metió en un sendero de una especie de Parque Natural hasta que llegué a una
iglesia o algo así. Realmente tengo bastante borroso esta parte. Creo que bajé
y subí varias veces más por caminos y senderos. No iba nada cómodo. Los pies ya
los tenia cocinados y las piedras no ayudaban mucho.
Crucé una ruta
y en poquito tomé un sendero haciendo zigzag hacia arriba con ramas por todo el
medio que tenía que andar esquivando. Intentaba trotar pero empecé a sentir un
dolor fuerte en el pie derecho. No podía correr y eso me preocupó, aunque en
unos pocos minutos más ese sería el menor de mis problemas. Ja!
¿Cómo describir
lo que pasé durante las siguientes dos horas? Imagínense que tengo solo dos
neuronas (sin chistes fáciles, por favor!) Una neurona controla el movimiento y
la otra el proceso de información. Ahora imagínense que la neurona del proceso
se apagó, y solo funcionaba la neurona del movimiento.
Estuve dos
horas, minuto más minuto menos, sin saber donde estaba y mirando solo la liñita
del GPS intentando seguirla pero era incapaz de moverme con fluidez. Perdía el
camino un montón y no sabía donde estaba. No sabía si era un juego o un paseo.
Iba en modo off y no procesaba ningún tipo de información. No sentía calor, ni
sed, ni hambre. Faltaba que se me caiga la baba de la boca. Si, un
descerebrado.
Si creía que lo
había pasado mal las dos noches anteriores, pues esta mañana le ganó por
goleada.
Llegando a una
villa me mojé la cabeza en una fuente y fue cuando me cayó la ficha para volver
de entre los muertos.
Creo que
llevaba cuatro horas desde que salí de Ródao y había avanzado solo 15
kilómetros, aunque en ese momento no tenía idea. Yo estaba contento de haber
vuelto del inframundo.
Todo dolor
desapareció y la energía subió a tope. Parecía otro tipo.
Troté varias
bajadas y subidas hasta que llegué a un lago. Iba muy cómodo y relajado.
Apareció un pueblo muy bonito y al entrar llamé a Patri porque con las más de
cinco horas que llevaba de etapa creía que estaba llegando. Mi sorpresa fue
cuando me dijo que me faltaban 10 kilómetros. No lo podía creer, pero lo mejor
vino cuando me dijo que el segundo lo tenía a 4 kilómetros.
Justamente acá
empezó la competencia para mí, a 245 kilómetros y casi 44 horas después de
haber tomado la salida en Belmonte.
Entré en un
camino con piedras que subía y subía. Intentaba caminar lo más rápido posible
tratando de mantener distancias. Pasada casi una hora vuelvo a llamar a Patri y
me dice que lo tenía a 3,5 kilómetros. En este momento se me vino a la cabeza
el arrugue que tuve saliendo de Lentiscais.
A unos seis
kilómetros del puesto de vida tenía dos opciones: caminar las subidas y tirarme
en las bajadas para intentar mantener, o correr como un poseído hasta que las
patas reventasen. Elegí la segunda opción.
Yo sabía que no
conseguiría correr los 32 kilómetros que me separaban de la meta así que
necesitaba un plan. Decidí correr todo lo rápido que podía durante esos seis
kilómetros para sacar algo de ventaja, parar poco en el avituallamiento y tirar
como un bestia la siguiente hora. Y así lo hice.
Fue algo
revelador. Cuarenta y cinco horas de carrera con veinte minutos de sueño y
venía subiendo a un ritmo increíble. Me venía alentando solo a los gritos
tratando de darme fuerzas para no caminar. Los pies me dolían muchísimo y las
piedras que pisaba ayudaban a purgar mis errores.
Nunca había
tenido tanta motivación para correr así. En mis carreras anteriores decaía
mucho al final. Los cambios que metí para esta estaban surtiendo efecto.
Al llegar a la
cima empezaba una larga bajada por ruta que creía me llevaría al pueblo pero el
camino me tenía preparada la sorpresa de volver a subir.
Llegue al
puesto de vida de Montes Senhora, y último avituallamiento, reventado pero no
quería parecerlo. Tardé tres minutos en beber, comer y cargar la mochila para
salir escopetado a los últimos 26 kilómetros de esta loca carrera.
Mi PT 281+ NOVENA PARTE y FINAL de estos 281km de pura
aventura
MONTES SENHORA A PRONÇA A NOVA 26km +665m
Cuando dejé el
último puesto de vida era consciente que me esperaba una etapa muy dura. Más
allá de disfrutar de la tranquilidad tendría que tirar con todo lo que tenía…y
un poquito más.
Mi reluciente
táctica me llevaba a seguir corriendo como “alma que se lleva el diablo”
durante una hora más y después levantar un poco la pata. Esperaba aguantar ya
que nunca había estado en esa situación.
Había quedado
con Patricia Scalise que me llamaría cuando Cons Moledo haya salido del avituallamiento así podría calcular y saber si relajarme o
seguir a tope.
Después de
bajar un rato el camino volvió a ser de tierra y en el primer cruce me
equivoqué y tuve que retroceder como doscientos metros. Iba corriendo por un
sitio muy bonito, lleno de arboles, subidas y piedras que me reventaban los
pies. No sé si sería el apuro pero se me complicaba seguir el track.
Había pasado 1
hora y 15 minutos, y Patricia Scalise no me llamaba. Eso me tranquilizaba hasta que se me ocurrió mirar el
teléfono y…vaya sorpresa. No tenía batería. –“¡Me cachis!”. -”¿Me habría
llamado?”. Puf, que locura. Yo le daba vueltas a la cabeza pensando en quien
sería el cabezón que a pesar de llevarle casi una hora de ventaja seguía
intentando alcanzarme. Me quedaría unos 20 kilómetros así que el tipo tendría
que correr a 4 minutos el kilómetro, y así y todo llegaría muy justito.
Me seguí equivocando
varias veces de camino hasta que llegué a una especie de laguito convertido en
balneario, y ahí fue el sumun. No era capaz de encontrar el rumbo. Me llevaba a
hacer una especie de U pero no lo encontraba. Estuve como diez minutos de acá
para allá.
Entre toda mi
vorágine mental ya creía que me alcanzaba. Estaba perdido y con las piernas
reventadas. No sería capaz de volver a conseguir el ritmo que llevaba pensaba,
y me lamentaba por esa etapa donde debí seguir corriendo cuando caminé un
montón, solo por no ponerle huevos. Hacía 24 horas que iba en cabeza y la iba a
perder por cagón.
Mientras en mi
cabeza le daba vueltas a todo esto, yo seguía subiendo y bajando por varios
caminos sin encontrar el correcto hasta que llegó un chico corriendo hacia mi,
y me preguntó si no encontraba el camino, que hacía mucho que me estaba viendo
de acá para allá. Ja! Me dijo que estaba siguiendo la carrera y que yo la
ganaría. –“Gracias”, le dije, -”pero el segundo me está alcanzando”. Y ahí se
me prendió la lamparita, y le pregunté si podía verlo por internet. Me confirmó
que Constantino no había salido del puesto de vida, todavía.
Después de
darme esa alegría, también me dio el camino correcto, y ahora solo quedaba un
trotecito de 20 kilómetros a meta.
Alrededor de
una hora de trote en llanos y caminatas en las subidas para llegar al último
pueblo. El tema es que después de semejante calentón de patas y habiendo pasado
el calor del mediodía a tope, iba bebiendo mucho. Pasé el pueblo y con el apuro
de llegar no cargué la mochila de agua, y saliendo doy el último sorbo. Llevaba
todavía un cuarto de litro en una botellita, que a las malas, llegaría
deshidratado pero llegaría. Me meto en una casa saludando a gritos para ver si
me podían dar agua pero no salió nadie, ni tampoco tenían ningún grifo a la
vista, aunque de pasada le robé unos racimos de uvas un poco verdes.
Seguí al trote
tranquilo hasta que veo la camioneta del director Paulo Alexandre a quien le
pedí agua que enseguida me la dio fresquita. Volvió la vida al cuerpo.
Había activado
mi reloj para ir calculando los kilómetros, y en el último vistazo antes de que
se quedara sin batería, veo que faltaban 12 kilómetros y llevaba más de 3 horas
para esos catorce kilómetros desde el puesto de vida de Montes Senhora. Ya
estaba hasta las bolas, y quería llegar así que decidí terminar de purgar mis
errores y correr todo lo que me faltase hasta la meta.
Empecé a correr
como si no hubiera salido dos días atrás. No sé porqué pero yo solo veía
cuestas. Encaro la primera decidido a correrla toda prometiéndome que arriba
caminaría. Cuando llegué arriba mantuve la velocidad prometiéndome que la
siguiente la subiría caminando. Y cuando llegué a la siguiente me volví a
engañar de la misma manera. Así fuí una tras otra, y mientras tanto, en cada
pisada sentía que los pies se me partían. Sentía moverse las ampollas en los
dedos y en las dos plantas de los pies. Para no claudicar ante la presión de mi
cerebro, lo acallaba gritándome a pulmón durante todas las cuestas. Todo esto
con la mirada incrédula de los chicos que estaban filmando, del fotógrafo y el
mismo director de la carrera. Realmente había perdido la cabeza, aunque por
suerte todo quedaba en familia. El ritmo fue increíble. Creo que tarde poquito
más de una hora para esos 12 kilómetros.
Faltando dos
kilómetros, veo la camioneta del Paulo con Cati y su cámara de fotos. Ella
tenía el trabajo de grabar y fotografiar toda mi carrera, y así lo hizo.
Entramos a la
ciudad mientras me guiaban hacia la meta.
¿Cómo explicar
una sensación? Sinceramente…el primer puesto me motivó para tirar más fuerte,
pero el orgullo que sentía por haber tenido la capacidad de seguir cuando la
cabeza me decía basta, no lo puedo equiparar con ganarle a otros corredores que
también dieron todo.
Mi felicidad
llegó de la mano de un esfuerzo completo, de los objetivos conseguidos y del
reto cumplido.
49 horas y
56minutos tardé en completar los 281 kilómetros de puro campo portugués y sus
mas de 6500m de desnivel positivo en semi autosuficiencia. Con 7 Puestos de
Vida, sus 36 grados de temperatura y mis 25 minutos de sueño dividido en tres
partes.
Voy a hablar de
la carrera en esta, su segunda edición. Creo que la voy a describir como una
Ultra Maratón en estado puro, y me explico. Esta carrera se corrió como se
corrió toda la vida largas distancias: por el campo, y donde solo había algunos
pocos puntos para comer bien y descansar, y entre tanto había que encontrar el
agua y el camino llevando a cuestas todo lo necesario para sobrevivir. -”Esta
carrera va a sacarte el animal que llevas dentro”.
La organización
genial. Todo lo que prometió lo dio, y más. El trato y el cariño como en pocas
carreras.
Les voy a
contar un detalle. En esa parte de la crónica que cuento cuando el señor que le
faltaba un ojo casi me ladró al comprarle agua…bien, se puso en contacto Paulo Alexandre como director de la prueba pidiéndome disculpas por ese comportamiento, y
que hablarían con ellos para que no se vuelva a repetir. No caben más palabras
para decir que la tercera edición será aún mejor.
Y para
terminar, quiero agradecer!!!
A Patricia Scalise porque es mi pierna izquierda, tan necesaria para poder entrenar y vivir
de mi pasión.
A Catalina Kierdelewicz por su amor durante la carrera y la garra que le puso esos dos días de
fotos y videos.
Y a las dos,
por ese amor tan grande que cada día me dan, siendo el combustible para tantas
horas de soledad.
A mi entrenador
Pablo Silguero, que con toda su experiencia hizo de mis piernas algo
bueno. Él es la cuarta pata de este banco.
A Paco Eltziar Contras Moz que tardó unos 25 segundos en ofrecerme su GPS para esta prueba. Me lo
trajo a casa y lo vuelve a buscar.
A Iciar Piñeiro Naveiro y Cons Moledo por tan buen rollo. Gente como ustedes hace grande
este deporte.
A todos
ustedes, por el cariño y apoyo que desde la distancia me enviaban en forma de
mensajes y likes.
A la
organización de semejante carrera, por tener el coraje de soñarla y ponerla en
marcha con tan buen hacer que seguro será una de las grandes del calendario de
Ultra Fondo.
Para acabar
este pedazo de viaje, quiero decir que me es imposible contestar todos los
mensajes tan bonitos que me escribieron. Parafraseando a Sigmund Freud : “Puedo
defenderme de los ataques, contra los elogios estoy indefenso”.
De todo
corazón, muchas gracias!!