Hace seis días que terminé mis
segundas 24hs en una travesía algo diferente y hoy terminé mi tercer
entrenamiento semanal con 20 lomas de 200 metros. Increible!
La cosa fue así:
Largué desde Badajoz a las 14:30
con mucho viento y posibles lluvias. Por suerte todo eso iba a ser a favor
porque sopló mucho y muy fuerte y llovió bastante.
El camino en solitario hasta
Mérida la hice por rutas secundarias que nunca había pasado y el ir encontrando
el camino se hacia divertido. Tenía que calcular donde comprar agua, y como los
pueblos eran chicos, no todos tenían estaciones de servicio.
El viaje se hizo tranquilo y
bastante rápido. Mis sensaciones eran muy buenas pero era conciente tooodooo lo
que faltaba.
A falta de unos 10 kilómetros
agarraría el camino de la prueba a la que me iba a unir; las LXVII Millas
Romanas o 100 kilómetros pero en contra, me cruzaría con los participantes de
frente.
Y así fue. Me crucé con los 400
participantes por un caminito de tierra de frente y mirándome raro sin saber
porqué hasta que me empezaron a preguntar si yo era el primero. Jaja!!! No, les
respondía…soy el último.
Me acababa de sacar la gorra..jaja!!! |
Estaba buscando a unos amigos que
hacían la prueba pero no podía distinguir a nadie. Decí que son muy altos y que
tienen mejor vista que yo porque ellos me encontraron. Linda alegría y subidón
para terminar mi primera parte.
Llego al polideportivo con 7h
15min. donde me estaba esperando Patri. Me dan el número de la prueba (no me
duraría mucho), como algo, me pongo las calzas largas y salgo en busca de la
prueba…y a empezar la noche.
Vuelvo al camino que me trajo, ya
con el frontal encendido, y vuelvo a cruzarme con los participantes. Me
empezaron a alentar y, no sé como, muchos sabían que venia desde Badajoz. Lindo
subidón me daba, venía contento hasta que me para uno de los jueces de la
prueba y me dice que estoy descalificado por no llegar a tiempo al primer
avituallamiento.
De todas maneras, y obviamente,
seguí adelante. Una horita y media y ya empecé a agarrar a los últimos. En ese
momento me cruzo con otros dos jueces que me quitan la hoja de ruta la cual
teníamos que ir sellando en los controles y el número de participante. Por
suerte me dejaron utilizar los avituallamientos.
Kilómetro 95 |
No tengo ni idea a que hora
terminé mi segunda parte. Iba alrededor de 95 kilómetros y ya la cosa se
empezaba a notar. La riñonera me estaba matando la cadera pero me quedaba solo
una parte de 28 kilómetros para revolearla al carajo y seguir más livianito con
Patri acompañándome en bici.
Creo que paré unos 10 minutos con
caldito calentito incluido. La noche una mierda; lluvia, viento y poca
visibilidad. Salgo tranqui charlando por el manos libres con Patri pero tuvimos
que dejarlo rápido porque el viento no dejaba ni que me escuche ni escucharla, así
que me empecé a internar en la noche del campo con algo de lluvia donde estaban
por aparecer algunas subiditas que para ese momento eran rampas del Tour de
France. Rodeamos un barrio que esta al lado de un lago bastante iluminado donde
no usamos el frontal. Que alegría para los ojos!
Saliendo del barrio empezamos a
subir un poco más así que ya caminaba hasta llegar arriba de cada loma pero
empezó a llover mucho y hacia que me cagara de frío. Esta parte molestó
bastante ya que no podía correr para calentarme y con todo el viento y la
lluvia de frente me bajaba mucho la temperatura pero sabía que una vez empezar
a bajar iba directo al polideportivo a encontrarme con Patri y empezar mi
última vuelta de unos 45 kilómetros.
Y así fue. Empezaba a clarear y llegue
al poli para comer algo, un cafecito con cambio de medias incluido. Tenía los
pies blancos y blandos por el agua. Me rozaba un poquito un dedo chiquito así
que me pongo un Compeed (cachoeinviento) y sin pensarlo mucho salimos a buscar
la última vuelta.
Saliendo de Mérida - Kilómetro 120 |
Que lindo! Después de 17 horas
solo y sin hablar con nadie puedo empezar a compartir las sensaciones. Saliendo
de la ciudad me empezó a agarrar un bajoncito anímico, así que sin pensarlo le
metí comida pa´l cuerpo y en un rato la cosa mejoró, pero de todas maneras ya
no me entraba mucho. Sentía como que el estomago dejaba de aceptar calorías e
inclusive a rechazarlas; algo de nauseas empezaron a aparecer. Decidí, a partir
de ahí, comer y beber solo cuando el cuerpo lo pidiera.
Todo, a partir de acá, lo empecé
a llevar solo lo que el cuerpo me dejara. Dejé de forzar el correr, el comer o
el beber. Extrañamente me sentía más cómodo corriendo que caminando aunque el
ritmo de mi carrera sea el mismo que llevaría caminando pero esta vez no me
importaba, sabía que estaba sumando kilómetros.
Al principio de este último
recorrido empezó a llover bastante fuerte así que tuvimos que taparnos bien.
Patri con su aguante y su buena charla hacia que los kilómetros pasen más
rápido. El viento seguía soplando y creo que cada vez más fuerte…o eso me
parecía.
Nos empezaban a agarrar otros
participantes porque ya mi ritmo era de pena…pero mi ánimo era buenisimo.
Pasaban las horas y lo kilómetros no tan rápido como quisiera pero iba
avanzando y eso era genial. En cada puesto de control tenia que dar la repetida
explicación de mi falta de hoja de ruta y número, aunque ya estaban avisados,
hasta que por fin encaramos al último pueblo llamado Trujillanos.
Trujillanos queda a poco más de 9
kilómetros del final y ya para ese entonces sabíamos que mis 24 horas
terminarían ahí. Pero con las ganas de seguir hasta Mérida, le calculé que
tardaría un poco menos de 2 horas, osea que mis originales 24 horas serían casi
26.
A falta de 3 kilómetros para
llegar al pueblo empezamos unas continuas subidas y bajadas donde la gente me
pasaba caminando…y yo iba corriendo! En ese preciso momento decidí terminar mi
camino en Trujillanos.
Y así fue. Cuando llegamos al
puesto de control y Patri me dio mi besito de felicitación me senté en una silla…ahhhh!!!!....mes
saqué las zapas y las medias…ahhhh!!!!!...y una mujer muy macanuda me trajo un
sándwich y una naranja pelada.
Así terminé la mejor Ultra
maratón de mi vida (hasta hoy).
Ahora quedaba el interrogante de
cómo llegaríamos a Mérida. Patri me propuso que ella trotaría esos 9 kilómetros
mientras yo los hacía en la bici. Al principio me negué, como es habitual en
mi, pero lo pensé mejor y acepté. Me puse la ropa de abrigo que Patri se sacó,
me subí a la bici tipo “La momia de Caradagian” y salimos. A los pocos
kilómetros empecé a tener un poco de sueño hasta que unos minutos más tarde me
dormía pedaleando. Así, tal cual. Le tuve que pedir a Patri parar y cerrar los
ojos. Calculo que la subida de azúcar de la naranja tuvo algo que ver. Seguí pedaleando
de todas maneras y los efectos fueron mejorando.
Llegamos a Mérida, pasamos por el
centro y por la llegada de la prueba de casualidad y nos dirigimos a buscar la
ropa al polideportivo.
No hubo felicitaciones ni
aplausos, ni foto de llegada oficial ni camiseta de finisher, ni otro atleta
que haya corrido 24 horas pero la sensación de bienestar y superación personal fue
y es enorme. Cada día me separo más de necesitar lo convencional. No digo que
no me guste, digo que creo que le voy quitando valor a lo pre-definido como
normal y dándole más valor a los cambios internos que las Ultras me están
aportando.
Cada día me siento mejor conmigo
mismo y hace que sea mejor con el resto del mundo. Así que no será tan
malo….digo, no?